
Los pronósticos no abundan. Aún es muy temprano para atisbar un horizonte completamente despejado entre Cuba y Estados Unidos –normalización que entrañará la convivencia con lógicas diferencias. Los dos gobiernos implicados en las negociaciones han optado por la cautela a la hora de hacer predicciones.
La parte cubana calificó tempranamente el proceso como largo, complejo, arduo, prolongado. “Va a demorar un tiempo”, dijo en abril el Vicepresidente Primero Miguel Díaz-Canel. Pero, ¿cuánto tiempo? La contraparte estadounidense se inclinó por una retórica más turbia. “Nadie espera que Cuba cambie de la noche a la mañana”, dijo el Presidente Barack Obama al anunciar en julio el reinicio de relaciones diplomáticas. ¿Cuba? ¿Y Estados Unidos? La frase la han repetido a pie juntillas otros miembros de su gabinete.
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